El secreto de los jeroglíficos
Episodio 1. El intruso
Nuestra heroína, Isabela, al igual que tú, no sospecha que en solo unos minutos será capaz de resolver el primer misterio de los jeroglíficos.
Isabela paseaba por el bosque, y sin darse cuenta, se alejó demasiado de su casa. Inesperadamente, en un claro, encontró una casita cubierta de musgo.
Impulsada por la curiosidad, la niña abrió la puerta y entró. El miedo se apoderó de sus movimientos al recorrer el lugar con la mirada. En un rincón, descubrió a un elfo que dormía dulcemente, y dio un vacilante paso atrás, lo que hizo crujir traicioneramente el suelo de madera, y el dueño de la casa abrió ligeramente los ojos.
– ¿Quién eres tú? – preguntó el elfo con severidad.
– Yo soy Isabela. – tartamudeó la niña.
– No sabes que en la casa de un elfo solo se puede entrar por invitación. – la reprendió el extraño habitante de la casita.
– No lo sabía. Siento haberte molestado. – murmuró Isabela con el corazón latiendo furiosamente. Y justo cuando había decidido abandonar la encantadora casita para no enfadar al elfo, la puerta se cerró de golpe en sus narices.
– Oh, niña tonta. Un intruso nunca puede abandonar la casa de un elfo.
– ¿Y qué me vas a hacer?
– No te preocupes, soy un elfo solitario, no quiero encerrarte en mi casa. Así que saldrás a través del libro.
– ¿A través de un libro, cómo hacerlo?
– Ya lo verás. – dijo el elfo, y empezó a revisar la estantería de los libros. – Vale, este es demasiado grande. Y este de aquí es demasiado complicado. Y este… este es perfecto, solo tiene 102 páginas. ¿Sabes qué libro es?
– No, es el libro más antiguo que he visto.
– Es el primer libro de la tierra, el libro de los jeroglíficos, que se perdió en la antigua China, y ahora es nuestra reliquia familiar. Así que cuando estés dentro, léelo con atención.
– ¿Y cómo voy a entrar?
– Es muy sencillo. Coge esta aguja élfica, mójala en tinta roja y pinta este jeroglífico en el orden correcto. – dijo el elfo y escribió rápidamente el jeroglífico en un trozo de papel amarillo. – Significa puerta.
Si lo pintas bien, la portada se abrirá y podrás entrar en el libro y volver a casa.
– ¿Y si me equivoco?
– Si te equivocas y no trazas las líneas en el orden correcto te quedarás conmigo para siempre. Coge un papel y escribe deprisa que tengo mucho que hacer.