Cuento 1. El primer caracter chino.
Hay amuletos con caracteres chinos repartidos por todo el mundo, y cualquiera que encuentre uno de ellos se convierte en guardián de los poderes del amuleto. Cada guardián sólo puede poseer un amuleto. Pero los guardianes de amuletos pueden activar su poder de creación o de destrucción solo si se unen entre sí. Al unirse, algunos guardianes intentan esclavizar al mundo, mientras que otros intentan salvarlo.
Una persona que ha encontrado un amuleto, bajo la influencia de su poder, nunca podrá volver a su antigua vida.
André hacía mucho tiempo que quería estar solo, en silencio, sin pensamientos ajenos. Por eso decidió irse de vacaciones solo, al bosque salvaje que se encuentra en las montañas de Suiza. Después de subir uno de los picos, decidió descansar y se sentó en una piedra que sobresalía.
André se limpió los cristales empañados de las gafas con la camiseta, abrió una lata de pescado con su cuchillo de excursionista y, luego, como de costumbre, lo lanzó hacia abajo para clavarlo en el suelo virgen. Pero esta vez el solitario viajero no consiguió perforar el suelo con su cuchillo, su fiel ayudante emitió un sonido metálico y rebotó en la superficie, rompiendo su afilada punta. André se sorprendió, pues su cuchillo había sido fabricado por encargo especial con un acero D2 muy resistente.
Después de reflexionar brevemente, André decidió arrancar la hierba del suelo y buscar la causa de que su cuchillo se hubiera estropeado.
Mientras arrancaba la hierba, hundió los dedos en la tierra húmeda. Al hacerlo chocó con algo duro y caliente, y después de forcejear un poco consiguió sacar del suelo un objeto redondo. Era un amuleto en el que brillaba una figura bastante simple en forma de línea horizontal 一 . La figura emitía un resplandor que calentaba el amuleto con tal fuerza que la piel de André apenas podía soportar su temperatura.
Al ver que de su nuevo hallazgo pendía una cadena, André decidió colgárselo al cuello, y en cuanto el metal tocó su piel, el brillante cielo cambió a crepúsculo, y una voz femenina suave sonó a espaldas de André:
– Por fin, alguien ha encontrado el primer amuleto, el medallón de la soledad- yī 一.
– ¿Qué quieres decir? – preguntó André, volviéndose para ver a la dueña de la misteriosa voz.