Moverse rápido, siguiendo el rastro, le salía bastante
mal, pero intentaba apresurarse. Después de todo, ¡llegó tarde!
Tres días después de la nefasta reunión, los malditos aventureros
dejaron Difus, y él volvió a llegar sólo unos minutos tarde. ¡Ojalá
se hubieran retrasado un poco en ponerse en marcha! "Con todo eso
pensarás involuntariamente en una racha de fracasos" — reflexionaba
Yozh con fastidio, saltando sobre otra zanja llena de hojas. "¿Y
cuándo fue la última vez que te esforzabas tanto, Dmitriy
Alexándrovich?" — se deslizó un nuevo pensamiento en su
cabeza.
Hace un año, cuando ya había vuelto en sí después de darse
cuenta de que había sido digitalizado en un servidor con errores,
habiendo decidido entrar en la realidad virtual por primera vez no
para trabajar, sino para jugar, también corría así, sin descansar
durante semanas. El fenómeno de la digitalización de conciencia le
era familiar, incluso conoció a varios digitalizados, uno de los
cuales incluso tuvo que detener en acto de servicio. Resultó que
había muchos frikies que llegaban a intentar digitalizarse para
escapar de la realidad de su miserable existencia. Pero nunca pensó
que le pudiera pasar algo así. Pruebas psicológicas periódicas en
la compañía, un escaneo casi diario de la actividad cerebral: todo
estaba dentro de los límites normales y no causaba ningún temor. Le
jugaron mala pasada esas repentinas ganas de probar jugar por su
propio placer, con su propio personaje, en un servidor aleatorio...
La sensación de un cuerpo joven y saludable le atraía, pero en el
trabajo gastaba todo el tiempo en correr tras todo tipo de idiotas
que trataban de molestar en diferentes servidores la compañía,
donde él servía en el puesto del jefe de seguridad.
Precisamente el hecho de que, a pesar del estúpido
servidor al que había logrado llegar, su cuerpo volvía a ser como
hace diez años, le sacó de la profundidad de su furiosa depresión.
Entonces se sobrecargaba con actividad física hasta el agotamiento,
esto siempre le ayudó a sacarse las tonterías innecesarias de la
cabeza. Y luego encontró su lugar en este nuevo para él mundo, al
conocer a Nikolay, quien le invitó a su clan.
El mismo Nikolay le informó hace tres días sobre la casi
fallida reunión con los draelin. Por culpa de estos impúberos
idiotas todo se torció. ¿Y por qué les da por ahí con este
maximalismo juvenil? Si hubieran hecho lo que se les pidió, todos
hubieran ganado. Pero no, era necesario ponerse burros... ¡y a
pesar de todo lograron salirse con la suya! Al principio se le
escaparon... aquí, por supuesto, se metió la pata: no había
necesidad de dejar al arquero al cuidado de los niñatos de
guardería, él mismo iba a escalar esta colina... pero tenía
demasiada curiosidad con este jugador, un casmere de nivel 6, caso
sin precedentes para estos lares. Por eso no se resistió,
entendiendo perfectamente que la carne del pesebre no estará a la
altura. Cuando el rastro de ese Sin Nombre terminó en el río, se
dio cuenta enseguida de que, muy probablemente, el jugador se mató
saltando al río para que no le quitaran sus cosas. Gracias al
traidor, conocía su punto de resurrección y envió un grupo allí,
aquel que iba a recoger el artefacto. Pero les quedaba aún mucho
tiempo para llegar a ese lugar, así que se apresuró así él mismo.
El fugitivo obtuvo algo de ventaja, pero no en vano Yozh se
consideraba un buen rastreador y estaba seguro de que pronto
alcanzará al jugador.