Abuzador

О книге

Автор книги - . Произведение относится к жанру зарубежная психология. Оно опубликовано в 2025 году. Книге не присвоен международный стандартный книжный номер.

Аннотация

¿Todavía crees que él va a cambiar?

Te prometió que sería la última vez. Que solo estaba cansado. Que no volvería a gritar. Ni a levantar la mano. Ni a compararte con otras. Ni a decir que “tú te lo buscaste”. Y tú le creíste.

Este libro trata sobre la vida con un abusador. Sobre las lágrimas que se esconden en la almohada y las esperanzas vacías. Sobre la espera eterna de un milagro que nunca llega. Sobre un dolor tan profundo, que ya ni lo sientes – porque se volvió parte de ti.

Pero un día… despiertas. En otra habitación. Con otro aire. Y, por primera vez, no esperas sus pasos en el pasillo.

Esta es la historia de una mujer que logró escapar. Rota – pero viva.

Y si estás leyendo esto, es que tú también ya estás en camino hacia tus propias alas.

P.D.: violencia emocional, tortura psicológica, drama profundo.

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Capítulo 1. Mientras crees que estás loca

Desperté con un sobresalto, como si cayera al vacío. Otra vez. ¿Cuántos sueños así he tenido ya? Donde corro y el suelo desaparece. Donde alguien me sigue. Donde alguien grita, pero no entiendo las palabras, solo siento… ese ardor pegajoso, esa certeza de que hay alguien cerca. Demasiado cerca.

Me incorporé en la cama. El corazón me latía como loco, el pecho vibraba como después de una carrera. Pero no había corrido. Casi no salgo de casa. Él dice que no debería. Que no es seguro. Que el mundo se ha vuelto cruel. Que la gente es mala. Y que tengo que tener cuidado.

– ¿No dormiste otra vez? – su voz suena tranquila, incluso suave. Lo oigo en la cocina. El tintineo de la cuchara contra la taza. Lo sé: en tres minutos entrará con el café. Sin azúcar. Porque “el azúcar te altera”. Porque “después te pones nerviosa y te irritas”.

Tiene razón. A menudo estoy nerviosa. Tal vez por el azúcar. O… por intentar no equivocarme. Por mantener en mi mente todo lo que él ha dicho, todo lo que no le gusta. Cada día actualizo la carpeta mental con sus reglas.

Él entra con la taza, sonríe y me la ofrece como si nada hubiera pasado.

– Toma. Luego te cuento lo que soñé – dice, sentándose a mi lado. Su mano se posa en mi muslo —demasiado fuerte, demasiado precisa para ser un gesto de cariño. Es un ancla.

Bebo un sorbo. Amargo. Sin azúcar, como a él le gusta. Me observa mientras bebo. Sé que no dejará de mirar hasta que me termine todo. Y le dé las gracias.

– Gracias – murmuro.

Él asiente. – Así me gusta. ¿Ves? Cuando obedeces, todo está tranquilo.

Asiento. Por dentro, algo zumba. Una protesta leve, apenas perceptible. Pero la aplasto. Él tiene razón. Se preocupa por mí. Me prepara café. No grita. Hoy.

***

Estoy limpiando los estantes del salón, apretada contra el polvo, contra mi propia respiración. Ya pasé dos veces por el mueble de la tele, pero… ¿y si olvidé una esquina? No lo oigo entrar. Solo lo siento.

– ¿Esto te parece limpio? – su voz es baja. Peor que si gritara. Me sobresalto, me doy vuelta, miro donde apunta: una manchita microscópica de polvo junto al portarretratos.

– Perdón. Ahora mismo… – cojo el trapo, limpio, respiro rápido.

– ¿Te cansas cuando solo hay que hacerlo bien? Te lo he dicho: la casa debe estar en orden. ¿Es mucho pedir? – me mira como si lo hubiera traicionado. Como si lo hiciera a propósito. Siento las lágrimas subir.


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