Hay un conocimiento que distintas culturas milenarias continúan preservando. En otros sectores de este globo terrestre este saber fue borrado de los libros y modificado según la conveniencia de las grandes instituciones de poder hace alrededor de 1.600 años.
De hecho, en las escuelas mistéricas de Eleusis en el noreste de Grecia, la reencarnación se enseñaba como el más importante principio. Podemos encontrarla además en escrituras de autores griegos como Pitar Pitágoras (490 – 435 AC) y Platón (428 – 348 AC).
Se enseñaba en las doctrinas de la Hermética, una serie de escritos de cosmología y espiritualidad que se atribuye a Hermes de Trimegisto, quien fue heredero de una tradición Greco-Egipcia.
Además, el conocimiento de la reencarnación fue ampliamente divulgado en el imperio romano. Pero en el concilio de Nicea en el 553 DC este saber fue prohibido de las enseñanzas “oficiales” y sólo el renacimiento a través de la resurrección se volvió la doctrina válida.
Otras religiones y culturas creyentes de la reencarnación son el budismo, hinduismo, los tibetanos, egipcios, incas y varias tribus indígenas esparcidas en el globo. Actualmente la religión llamada “Espiritismo Cristiano” en Brasil considera este conocimiento y en el caso de Chile y Argentina, los aborígenes llamados mapuches poseen este saber desde tiempos milenarios y lo continúan preservando hasta nuestro presente.
El hecho de no recordar nuestro pasado no elimina el acervo cultural adquirido a través de las distintas vidas, sino al contrario, todo ese potencial continúa presente en nosotros. En nuestro cuerpo, mente y espíritu sentimos su acción, tiene efecto sobre nuestro comportamiento y toma de decisiones, estos recuerdos tienen gran importancia y peso en el subconsciente.
Estos aprendizajes del pasado son catalogados en nuestro presente como dones o habilidades naturales que vienen por “dotación divina” desde el nacimiento.
Aquellas experiencias pasadas tienen el poder de definir y conducir nuestro presente de una forma que no lo vemos ni sospechamos.
Al aceptar la verdad de la multiplicidad de existencias, la mente se libera de los bloqueos pues acepta recuerdos y enseñanzas pasadas que enriquecen su presente y lo potencian.
El conjunto de estas experiencias configura nuestra personalidad y nos hacen ser quienes somos hoy. Si no recordamos nuestra historia, si no podemos pensar o hablar de ella ¿Quiénes somos entonces?